¿Cómo comenzar a innovar hacia el interior de las organizaciones?

¿Es la innovación un sueño limitado a unos cuantos o una realidad accesible para todos? Más allá de concordar en la definición de innovar, el reto está en quienes son los elegidos para aportar las ideas innovadoras que están transformando al mundo. Mucho se está diciendo en este sentido sobre la innovación, y la pregunta que al parecer se sigue formulando es sobre quiénes deben o no participar en los proyectos de innovación. ¿Será que es una labor específica de unos cuantos y que el resto permanezca solo a la expectativa de los nuevos desarrollos que transforman el mundo, o que todos podemos ser partícipes?

Si tomamos en cuenta que hoy el centro de atención está sobre la «Transformación Digital» y que siguen los cuestionamientos acerca de cómo debe ser llevada a cabo, posiblemente terminaremos en una discusión de caminos interminables; es por ello que antes de afirmar sobre los caminos que una organización debe seguir, debemos comprender cómo y quiénes deberán participar en esta transformación.

 

¿Mejora o innovación?

En primera instancia, es indispensable saber reconocer la diferencia entre mejora e innovación. «Mejorar» nos habla de realizar una transformación a lo que ya existe, e «innovar» se trata sobre renovar lo que ya existe o reemplazarlo por algo completamente nuevo. Para innovar tecnológicamente, por ejemplo, se requiere de un profundo conocimiento sobre la tecnología debido a que es necesario conocer sus alcances actuales para saber reconocer hasta dónde es capaz de llegar; es precisamente en el límite o frontera de lo tecnológicamente posible donde se está calificado para identificar lo que sería innovador, de otra forma solo se estaría reinventando el hilo negro.

«“Innovar” se trata sobre renovar lo que ya existe o reemplazarlo por algo completamente nuevo».

Uno de los factores que más influyen en la gente para incentivar la innovación dentro de sus organizaciones es precisamente el ambiente laboral, el cual consiste en que las personas sepan que sus ideas van a ser escuchadas y no reprimidas o ignoradas. En ambientes donde el escepticismo de los mandos superiores se impone protegiendo sus propios pensamientos y únicos intereses, veremos frecuentemente cómo se aniquila la creatividad, porque ya sea con o sin la intensión de hacerlo, estos mandos desterrarán la motivación.

La innovación requiere de espacios abiertos y suficientes para existir, pero no se trata solo de hacerse a un lado y dejar que las personas hagan lo que se les ocurra; tiene que existir un camino, un fin último y sobre todo vivir el trabajo al límite de las capacidades específicas sobre las que se desea o requiera innovar. Es decir, solo en el límite del conocimiento técnico de cada especialidad se alcanza la innovación; ello requiere de experiencia y nos habla también de la necesidad de preparar a las personas para que sigan un proceso de innovación que les facilite obtener los resultados esperados mediante la ejecución de sus labores, responsabilidades y por supuesto también de un patrocinio que vea con buenos ojos, recompense y estimule nuevos caminos y mejores resultados. No se trata únicamente de poner más dinero en la mesa, consiste en estimular apropiadamente al saber escuchar lo que las personas esperan, lo que sienten al realizar su trabajo, ¿qué es lo que los llena realmente de orgullo y satisfacción?, o ¿qué es lo que al hacer su trabajo los hace felices?

La cultura del «trabajo bajo presión» donde los desarrolladores son exprimidos llenando todos los espacios (de tiempo) disponibles con requerimientos y compromisos, no solo demuestra ignorancia acerca de cuál es la forma correcta de lograr buenos resultados, sino que confirma el interés de los mandos medios en quedar bien ante sus superiores. La innovación requiere que toda la organización entienda la diferencia con la mejora, y que toda la organización comparta la misma motivación en todas las direcciones organizacionales posibles. Desde la alta dirección, hasta los grupos de trabajo, se debe tener plena consciencia de la diferencia entre cumplir, mejorar e innovar.

En todo momento la alta dirección debe tener en cuenta que:

  • La innovación hacia el interior de las organizaciones es complicada porque se deben poder medir los resultados.
  • Requiere organizaciones con procesos estables, formales y sobre todo medibles.
  • La innovación hacia el interior debe impactar la productividad y la satisfacción del cliente.
  • Mejores productos y servicios a menores costos, menor esfuerzo, con consumo de recursos de manera óptima.

Se requiere de un ambiente competitivo, pero sobre todo cooperativo e incluyente; aunque todos participen, se debe entender también que no todas las ideas lograrán funcionar; dependerá del aporte que cada una de éstas entregue. Ello demanda madurez organizacional, pero también se requiere medir, saber y reconocer qué es lo que tiene que ser cambiado. La mejora no se trata de cambiar por cambiar, o cambiar porque «no me gusta», o porque «no me acomoda» y esperar a que un buen resultado ocurra espontáneamente; por el contrario, para que exista una mejora se tiene que conocer sobre los resultados que el cambio va a aportar. Las personas que se mejoran a sí mismas, son buenas para mejorar su entorno; por otro lado, la innovación es un poco diferente porque cuando ésta ocurre, se está renovando o incluyendo algo completamente nuevo, que pudiera tener un final incierto. Requiere de la experimentación, misma que sigue métodos bien definidos y claros que incluyen entre otras cosas:

  • Definir el problema estableciendo límites y alcance.
  • Seleccionar a los participantes.
  • Ejecutar, observar y medir los resultados.
  • Generar y proponer soluciones alternativas viables.
  • Desarrollar prototipos y probarlos en campo.
  • Decidir sobre la mejor opción dependiendo de resultados cuantitativos.
  • Preparar y desplegar las soluciones.
  • Documentar y difundir el aprendizaje.

Ahora bien, resulta indispensable reconocer que la innovación no es para todos, no todo mundo será capaz de innovar, pero sí todo mundo será capaz de aportar. Para que ocurra, se requiere contar con perfiles muy específicos como: disposición, creatividad, conocimiento técnico, experiencia, motivación, medio ambiente y patrocinio. La innovación requiere también de procesos definidos que faciliten y guíen las tareas que tienen que ser desarrolladas; el reto para las organizaciones consistirá en ser claros acerca de las personas que deban participar, aportar, guiar, administrar y ejecutar las áreas de innovación.

«Si bien no todos puedan o sean capaces de innovar, un gran innovador podrá provenir de cualquier lugar. En ocasiones las personas de quienes menos se espera, resultan ser quienes logran lo inesperado».

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